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 XIV. Carta para E.:

23 de marzo de 09. 

  

Deseo que te rompan el corazón, que te abandonen en una ciudad extraña, que te mueras de miedo, que te atropelle el camión de la soledad, que te sientas perdido en esta vida. Te deseo que jamás puedas amar a nadie ni a nada en este mundo, que todo tú seas un caos donde el desamor gobierne y que tu vida sea tinieblas. Deseo este cáncer más que nada en este mundo, porque sé que así al menos estaré lejos de ti donde ya jamás podrás encontrarme; deseo que el cáncer me carcoma por dentro, que me diluya los huesos, que me perfore el tuétano hasta que no quede nada de mi carne sobre la cama, hasta que me pierda en una pila de cenizas y sólo encuentres en su lugar migajas de lo que alguna fui antes de que tú me encontraras. ¡Putísima madre, no sabes cómo deseo que jamás me hubieras encontrado…! Te fuiste cuando más te necesitaba, cuando más pedía que estuvieras conmigo acompañándome en los momentos difíciles y cuando yo todas las noches rogaba porque un día llegaras a mi puerta y me dieras sólo un poco de cariño, que me dieras un poquito de caridad por todo cuanto yo te había dado a cambio; que te apiadaras de esa latosa convalecencia mía sobre los hombros que es la soledad. En su lugar, me aventaste a un pozo oscuro como a un perro, y no te preocupaste más si tenía para comer o si me estaba muriendo, si aún respiraba o si estaba vivo. Ya no puedo mentirme: Hoy he deseado tu muerte. Se odia tanto cuando ya no se ama aquello por lo que moríamos. Si pudiera, te arrancaría el corazón con las manos para que jamás pudieras amar ni ser amado, te cortaría los brazos y te mordería los ojos hasta explotarlos con los dientes. Te condeno a una soledad eterna donde no seas capaz de ver más que tu horrible reflejo; te condeno a permanecer atrapado, a asfixiarte en este saco lleno de olvido; te condeno a morir de melancolía en las noches de luna y extrañarme; te condeno a que la vida se encargue de ti y a cada paso vivido te duela más y más la experiencia;  te condeno a no encontrar el amor en esta vida; te condeno a salir de mi alma de una vez por todas para no volver a entrar nunca, nunca, nunca, nunca más… Pero también soy justo. No te condeno a: ser incapaz de amar… (Ya lo eres); no ser tomado en serio (jum!…); ser abandonado en la jaula que es tu casa al igual que yo, como un animal dolido (no me preocupa, el karma es tremendamente fuerte). ¡Qué karma tan espantoso te has creado tú solo, amigo!…

Cometiste la peor de las traiciones: engañarme con tu mejor amigo cuando yo te amaba más que a nada y más que a nadie en el mundo.
Te di todo lo que yo era, y tú lo menospreciaste arrojándolo al carretón de la basura; arriesgaste el todo por el nada. ¡Devuélveme mi tiempo perdido! A nadie me duele habérselo dado tanto como a ti; fue un desperdicio rescatarte de esa depresión tuya que era un profundo abismo. Ahora me queda más que claro que soy MUCHO para ti. Olvidarte será fácil, ya verás. Ya no dejaré que me destruyas. Es mejor dejarlo así… Ya no te extraño, ya no te recuerdo, ya no deseo que seas mío.

Hazme un favor: desaparece de mi vida, ¡¡¡MÁTATE!!! … 

 

(Incompleto hasta la fecha… )

Rigatito Némesis.

 

3 Comments

  1. :O Me quedé helado yo tmb he sentido eso y solo deseas ser piedra para no sentir, ni pensar, ni recordar cuánto dolor causa 😦

  2. Muchas veces me he sentido así; sin embargo, jamás encontré las palabras para explicarlo, mucho menos para ponerlo por escrito. ¿Sabes? A veces esos sentimientos tan oscuros me han hecho sentir mal conmigo misma pero en este momento me doy cuenta que es parte de la vida y la naturaleza humana, ya no me siento tan sola, ahora se que muchos o quizá todos lo hemos vivido, solo que nos da miedo admitirlo….

  3. Creo que es más común de lo que creemos: parte de la naturaleza humana está en sufrir. El dolor es parte de la vida, mi querida Wendy.


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